martes, 13 de mayo de 2008

La niebla que fue humo

¡Ay no lo puedo creer, el primer día sin humo!, me dijo Juana cuando llego a la oficina, quien siete días antes me comentaría su enojo con “el humo”. El día estaba hermoso, ningún rastro había quedado de aquellos días ahumados, todo volvía a la normalidad.
Todo comenzó el día 15 de abril, una semana antes de aquel episodio. Al despertar, como todos los días a las 6.15 de la mañana, me asomé por la ventana para ver como estaba el cielo, de repente lo noté, ¿Qué neblina que hay? Me dije a mi misma, sin embargo, le reste importancia en ese momento. Sin pensar que esa “neblina” como yo la llamaba, en realidad no era neblina, era humo, humo entrerriano.
El 15 de abril de 2008 Buenos Aires amaneció cubierta por una espesa nube de humo como consecuencia de la quema de pastizales en la zona del delta, en algunos sectores de la provincia de Buenos Aires y Entre Ríos. Esto llevó al cierre total de rutas, en especial la nacional 9. Hubo 292 focos incendiados, los cuales equivalen a 70.000 kilómetros.
Al llegar esa mañana a la oficina y luego de preparar el café; justo cuando su aroma comenzaba a invadir todo el lugar, llegó Juana.
Juana Larcade es una mujer de unos 50 años, es de aspecto severo y vos muy grave. Cuando se la ve, aparenta estar siempre enojada. Tiene los rasgos bien marcados, marcas que la vida y los años le han dejado. Nuestra relación comenzó el 10 de marzo de este año, día en el que comencé a trabajar orgullosamente en el Instituto de finanzas.
Al principio su seriedad me impresionaba, sin embargo, con el correr de los días note que su trato hacia mi era muy maternal, debe ser por la diferencia de edad que existe entre ambas.
¿Viste que asco lo del humo? A lo cual yo le pregunte ¿Qué humo? Ay nena, ¿no sentís el olor?, ¿No viste que no se ve nada? Fue en ese momento cuando me asome por la ventana del edificio, y la niebla, dejó de ser niebla para convertirse en humo, grandes bloques de humo que parecían derrumbarse sobre Buenos Aires.
Mis días luego de aquel episodio continuaron sin demasiados sobresaltos, sin embargo la gente en todos lados no dejaba de hablar del humo y sus consecuencias. En el colectivo, en la calle, en las noticias, todo y todos hacían referencia a este extraño suceso, que por azar o rotación del viento, inundó la ciudad. La gente en la calle se refería al tema como si fuera un suceso que jamás acabaría, como si la ciudad nunca volviese a ser la misma, sino que se convirtiera en un pueblo fantasma como en las películas de terror, inmerso en una bruma escalofriante. Como si el humo hubiese llegado para quedarse.
Y venos aquí, sentadas ella y yo frente a frente, tomando juntas un café y recordando la locura de esos días, a veces pienso que la gente es muy extremista, todos andaban con barbijos y cosas raras, ¿Que loco no?, tres días de humo y la gente enloquece.
Luego de unos instantes en silencio, cuando la borra del café comenzó a descubrirse, ambas, ella y yo, comprendimos que era hora de comenzar a trabajar.
Duda, ¿Juana sabrá leer la borra del café?, será tema para otra crónica.

Noelia Santolini

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